Sí, así es, un euro vale algo más de 1.57 dólares. Esto incita irremediablemente al consumo en sus diferentes variantes: chorradas frikis que se venden en USA, productos electrónicos caros, turismo en USA, etc. Bien, en lo particular, he de admitir que le he sacado partido al cambio EUR/USD y es que tenía mi portátil Toshiba dando errores de violación de acceso en memoria. Literalmente esto quiere decir que los programas en ejecución intentan acceder a direcciones de memoria no autorizadas por el S.O. Uno debe hacer una interpretación correcta de estos mensajes puesto que los programas que utilizaba eran los de siempre y su uso el habitual. La conclusión que saqué es que tenía que ser la RAM.
Aunque el S.O. seguía diciendo que tenía 512 MB de RAM, aquello empezaba a dar errores, en cuanto abrías dos programas no pesados en términos de memoria. Podría haber fallado en el diagnóstico -ningún programa de diagnóstico de errores detectó nada- y haber sido el procesador el que me la hubiera jugado en pleno proceso de redacción de mi tesis, pero por suerte atiné. Encargué a un amigo que me iba a USA que me comprara una RAM que aquí me hubiera salido por 67 EUR. Allí me costó 45 EUR. Resultado: cambié una de las dos tarjetas de RAM de 256 MB por una nueva de 512 MB y ahora el portátil antiguo funciona de nuevo a módico precio y con ampliación de memoria.
Sí, así es, un euro vale algo más de 1.57 dólares. Esto incita irremediablemente al consumo en sus diferentes variantes: chorradas frikis que se venden en USA, productos electrónicos caros, turismo en USA, etc. Bien, en lo particular, he de admitir que le he sacado partido al cambio EUR/USD y es que tenía mi portátil Toshiba dando errores de violación de acceso en memoria. Literalmente esto quiere decir que los programas en ejecución intentan acceder a direcciones de memoria no autorizadas por el S.O. Uno debe hacer una interpretación correcta de estos mensajes puesto que los programas que utilizaba eran los de siempre y su uso el habitual. La conclusión que saqué es que tenía que ser la RAM. 
Aunque el S.O. seguía diciendo que tenía 512 MB de RAM, aquello empezaba a dar errores, en cuanto abrías dos programas no pesados en términos de memoria. Podría haber fallado en el diagnóstico -ningún programa de diagnóstico de errores detectó nada- y haber sido el procesador el que me la hubiera jugado en pleno proceso de redacción de mi tesis, pero por suerte atiné. Encargué a un amigo que me iba a USA que me comprara una RAM que aquí me hubiera salido por 67 EUR. Allí me costó 45 EUR. Resultado: cambié una de las dos tarjetas de RAM de 256 MB por una nueva de 512 MB y ahora el portátil antiguo funciona de nuevo a módico precio y con ampliación de memoria.
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